En estas fechas, se come demasiado, más de lo que uno debe. También se compra demasiado. Es el monumento al consumismo. La gente se desespera por comprar lo más barato posible, todos los regalos que probablemente los que van a ser regalados no precisan, porque si los precisaran, ellos mismos se los habrían conseguido... Pero fuera de eso, hay momentos en que se respira un aire festivo que llama la atención entre estas personas tan atareadas y preocupadas que somos, inmersas en la persecusión de lo que parece básico y sin tiempo en general para mucha más gentileza que dar el asiento en el ómnibus. Por eso, solo por esos muy breves instantes, puede llegar a valer la pena. Espero, como los demás momentos, que sepamos aprovecharlas.
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